El espacio ofrece almuerzo de lunes a viernes durante todo el año. El servicio se presta desde los inicios del barrio hace unos 7 años. Actualmente retiran alimentos alrededor de 200 personas.
Inicialmente los niños comían en el lugar, pero desde la pandemia y porque ahora funciona en un espacio más precario, los beneficiarios llevan su vianda a la casa.
Está destinado esencialmente a las familias en situación de vulnerabilidad, en su mayoría niños, pero también alcanza a adultos mayores, enfermos crónicos o pacientes con tratamientos psicológicos o de rehabilitación de adicciones.
El objetivo inicial fue garantizar la alimentación de los más necesitados durante los meses en que no hay cosecha de yerba, en función a que representa la actividad en la que muchas familias del barrio están involucradas.
Rodrigo Román es el encargado del comedor y Salete De Sousa Duarte la cocinera.
Superando dificultades
El comedor funciona en una instalación muy precaria, edificada provisoriamente una vez que el predio inicial fue remodelado y ahora funciona como Caps.
Sumado a eso, el servicio se brinda con fondos exclusivamente municipales, por lo que cubrir los costos de los insumos necesarios representa un verdadero desafío.
No obstante, con sol o con lluvia, con frío o calor, la comida sale igual. Sobre el fogón de leña, la olla de 100 litros siempre está llena, porque -a las 10 de la mañana en punto- Salete sabe que los recipientes van a estar extendidos esperando lo que, algunos días, es el único alimento de las manos que los sostienen.
El comedor del barrio 20 de Junio no para ni en vacaciones
El espacio ofrece almuerzo de lunes a viernes durante todo el año. El servicio se presta desde los inicios del barrio hace unos 7 años. Actualmente retiran alimentos alrededor de 200 personas.
Inicialmente los niños comían en el lugar, pero desde la pandemia y porque ahora funciona en un espacio más precario, los beneficiarios llevan su vianda a la casa.
Está destinado esencialmente a las familias en situación de vulnerabilidad, en su mayoría niños, pero también alcanza a adultos mayores, enfermos crónicos o pacientes con tratamientos psicológicos o de rehabilitación de adicciones.
El objetivo inicial fue garantizar la alimentación de los más necesitados durante los meses en que no hay cosecha de yerba, en función a que representa la actividad en la que muchas familias del barrio están involucradas.
Superando dificultades
El comedor funciona en una instalación muy precaria, edificada provisoriamente una vez que el predio inicial fue remodelado y ahora funciona como Caps.
Sumado a eso, el servicio se brinda con fondos exclusivamente municipales, por lo que cubrir los costos de los insumos necesarios representa un verdadero desafío.
No obstante, con sol o con lluvia, con frío o calor, la comida sale igual. Sobre el fogón de leña, la olla de 100 litros siempre está llena, porque -a las 10 de la mañana en punto- Salete sabe que los recipientes van a estar extendidos esperando lo que, algunos días, es el único alimento de las manos que los sostienen.
Prensa municipal